La hidroterapia es el uso del agua como fin terapéutico y es una de las terapias más antiguas que se conocen, los griegos, árabes y romanos ya hacían uso tanto de sus propiedades terapéuticas como de sus propiedades relajantes. Y es que el cuerpo humano está formado por más de un 60% de agua por lo que no es de extrañar que su uso medicinal pueda ayudarnos a tratar algunas enfermedades como el reuma, problemas de circulación o trastornos respirativos.Los cambios de temperatura y la acción del agua sobre la piel provoca distintas reacciones en nuestro cuerpo y estimula o relaja, según el objetivo que busquemos, nuestro sistema nervioso, alivia la tensión muscular o favorece la circulación sanguínea. Podemos disfrutar de las propiedades de la hidroterapia en balnearios, centros especializados o spas pero también en nuestra propia casa de distintas formas: con baños de inmersión, duchas calientes y frías, baños de vapor, haciendo uso del hielo o con baños específicos para pies y manos. Dicho esto, debemos tener en cuenta algunas cosas antes de hacer uso de la hidroterapia en nuestro hogar:– Vigilar la intensidad de la temperatura del agua: No es recomendable utilizar temperaturas muy extremas tanto frías como calientes, ya que pueden provocar el efecto contrario que estamos buscando, incluso ser prejudicial.– Guiarnos por lo que sentimos: debemos escuchar qué dice nuestro cuerpo. El objetivo que buscamos es el bienestar y si tras la terapia nos encontramos mal o estamos demasiado cansados o con frío o con mucho calor, es que la aplicación no ha sido correcta. – Volver a nuestra temperatura inicial: Después del tratamiento debemos recuperar la temperatura inicial que teníamos, por lo que es recomendable abrigarse si el tratamiento ha sido con frío o bien liberarnos de la ropa si ha sido con calor. – No aplicar los tratamientos justo después de comer: debemos esperar al menos una hora después de haber comido o bien realizar el tratamiento antes de comer.